CABO DE HORNOS – PUERTO WILLIAMS, CHILE

UMBO AL CABO DE HORNOS. PUERTO WILLIAMS. ISLA NAVARINO. CHILE.

Zarpamos de Ushuaia el 1 de febrero de 2009 a las 9:40 am rumbo a Puerto Williams.  Salimos a motor y vela. Me tocó a mí timonear las primeras horas.  Hay que aclarar que todos los tripulantes tenían que colaborar con el timón y las maniobras de vela y puerto.  Popoff ajustaba velas y daba explicaciones sobre su manejo.  Nosotros protegidos del frio con varias capas de ropa, parcas y gorros.  A pesar de estar semi nublado y de lloviznar la mayor parte del tiempo, había claridad.

 La vista de Ushuaia que íbamos dejando en la popa era muy hermosa. Las montañas nevadas que la circundan, los colores de sus edificios, las embarcaciones de todo tipo en su bahía, que en ese momento se reflejaban en el espejo de agua, la expectativa del viaje que estábamos iniciando, el calor de los tachos de café caliente en nuestras manos, la sonrisa en todos los rostros, las velas en alto, todo contribuía a crear un mágico y encantador momento.

Todos mis sentidos estaban atentos a lo que me rodeaba. Mi cuaderno bitácora  comenzó a llenarse  y lo mismo mi carta náutica en la que anotaba observaciones sobre nuestra navegación: latitud, longitud, velocidad, distancias, tiempo, curso magnético, faros, boyas, corrientes, islas, islotes, montes, que íbamos pasando. Mi cámara tenía capacidad casi ilimitada para tomar fotos de manera que se transformó en una eficiente secretaria para tomar notas, en imágenes, de todo lo que me llamaba la atención. Así comenzó, siguió y terminó este bien meditado y observado viaje.

Sabía que a mi vuelta a Sarasota mis colegas del United States Power and Sailing Squadron de esta ciudad me pedirían detalles. Además deseaba escribir un artículo, en inglés, para sus publicaciones nacionales. Lo que así hice.  Un link a la publicación antes mencionada se encuentra en mi página web lanchaschilotas.com.

Esta última (USPS) es una organización sin fines de lucro, con capítulos en casi todas las ciudades de USA, especialmente las costeras, que se dedica a enseñar navegación básica, costera y de altura, a enseñar materias complementarias como climatología, electricidad y mecánica de embarcaciones, equipos electrónicos para la navegación, y otros. También  realiza tareas cívicas como colaborar con las autoridades en la actualización de cartas náuticas, y organiza eventos de fraternidad entre sus miembros a través de múltiples actividades náuticas y sociales. Me sirvió enormemente en preparar y disfrutar de este viaje el haber tomado todos sus cursos  y obtener además la licencia de capitán (Máster) de la United States Coast Guard.

Llegamos a Puerto Williams a las 14:40.  Cinco horas de navegación a una velocidad promedio de 5.5 nudos.  Esta ciudad es el municipio y capital de la Antártica Chilena. Tiene una población de 2,400 habitantes. Es considerada la ciudad más austral del mundo ubicada en la costa norte de la Isla Navarino y a orillas del costado sur del Canal de Beagle. Nos amarramos quinto  en línea a un costado de un velero alemán de unos 10 metros en el Club Náutico de PW, ubicado en una pequeña ensenada en la parte oeste de la ciudad, a una corta distancia a pié de la Gobernación Marítima.

DSCN0103

Este club tiene como base o clubhouse un antiguo barco de transporte que perteneció a la armada de Chile (el Micalvi) fondeado y semi hundido en esa ensenada y al cual se acoderan los yates, la mayoría veleros, de todas las nacionalidades que van o vienen del Cabo de Hornos y la Antártica. En las tardes se abre la cantina y los tripulantes se reúnen a libar, cantar y celebrar sus proezas. En la cabina hay banderines de todas partes del mundo y un ambiente alegre y grato.  Cuando estuvimos allí había veleros de Alemania, Suecia, Suiza, Francia, Canadá, Argentina, y Chile. En total como unos 30.

Lamentablemente el Micalvi está en malas condiciones. Los baños no se pueden usar por su suciedad. Apenas usamos sus duchas de agua caliente. Se nos dijo que se iban abrir baños nuevos (toilette y duchas) al otro lado de la calle en un futuro no lejano. Esto es fundamental para los tripulantes. Ojala sea una realidad.

Luego de amarrarnos esperamos la llegada de los funcionarios de la Aduana de Chile, el Servicio Agrícola y Ganadero del Ministerio de Agricultura, la Policía y la Oficina de Inmigración, quienes revisan las embarcaciones y autorizan el desembarco de pasajeros. Todo  hecho de una manera muy formal, eficiente y con amabilidad.

DSCN0110 - Copy

Después de esas autorizaciones acompañamos fuimos, con el capitán Popoff, a la Gobernación Marítima a timbrar nuestros pasaportes para entrar a Chile. Una linda caminata por la avenida Yelcho que enfrenta al canal Beagle. La ciudad se ve limpia, con viviendas antiguas, pequeñas, protegidas con láminas de zinc por todos sus costados. Casi todas con discos de TV de satélite. La mayoría se ven bien a pesar de sus años. Nos causó mucho agrado ver los nuevos barrios de viviendas económicas bien construidas y mantenidas, con jardines pequeños en su frente. Los infaltables perros vagos se hicieron presente en las calles lo mismo que caballos sueltos pastando donde podían.  El gobierno se ha empeñado en mejorar la infraestructura de la ciudad. Además de un nuevo liceo, la mayoría de las calles están pavimentadas y bien señalizadas y las instalaciones de la Armada de Chile están excelente estado.

La ciudad dispone de todos los servicios de utilidad pública que se necesitan en una ciudad ubicada en esta zona geográfica. Aprovechamos para comprar frutas y verduras frescas, empanadas, vino (Carmeniere  Sta. Emiliana y Rhin Sauvignon  Urmeneta) y  pan del día en un almacén de barrio. Mientras caminábamos de vuelta al velero me tocó intentar una explicación acerca del origen de estas nueva cepa Carmeniere. Dije que me parecía que fue descubierta en unos viñedos de la zona central por uno de los consultores franceses contratado por una de las grandes empresas vitivinícolas de Chile. Se creía que era una cepa Merlot pero el francés aclaró que era una cepa poco conocida y casi perdida en Francia.

Fue muy placentero conversar con la gente local. La ciudad dispone de pequeños almacenes, librerías, bancos, cambio de moneda, centros de llamadas (teléfono, internet, fax, y otros servicios) en calles laterales y en una plazoleta en lo que podríamos llamar el centro. Nosotros usamos casi todos estos servicios, especialmente el cambio de moneda y la compra de tarjetas postales y su envío a través de Correos de Chile. Una nota interesante fue ver el centro de llamada permanentemente ocupado, sus computadores, con tripulantes de todas partes del mundo tratando de comunicarse con sus familias y amistades.

En la librería tuve la oportunidad de comprar la carta náutica de la región publicada por el Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada de Chile: Del Canal Beagle al Cabo de Horno #13,200, actualizada al 31 de diciembre de 2008. Esta carta, nueva, está ahora colgada en un marco en mi living room. La que yo estaba usando y anotando en este crucero era la publicada por el servicio equivalente de los Estados Unidos (South America-South Coast. CHILE-ARGENTINA Beagle Channel to Cabo de Hornos. From various sources to 1997. #22430 Abril 11, 1998. National Imagery and Mapping Agency.) Esta carta es la que estoy usando, con todas sus anotaciones y comentarios para escribir estas notas.

Visitamos el museo (1975) “Martin Gusinde” (en homenaje a un sacerdote de la orden Verbo Divino que trabajó en esta zona a comienzos del siglo pasado) que presenta muestras de la cultura y antropología indígena local, información sobre el descubrimiento del Cabo de Hornos, las obras de los misioneros anglicanos, la flora y fauna de la región y la fundación de Puerto Williams. (nota tomada de la guía turística Turistel).  

Aprovechamos de tomar fotos de la máscara de proa de la famosa escampavía Yelcho (a mando del legendario Piloto Pardo) y leer en la placa enfrente a ella sobre su participación en el rescate de miembros de la expedición antártica británica (E. Schackelton) en la Isla Elefantes, en la Antártica Chilena.

DSCN0113 - Copy

También visitamos la caleta de pescadores donde tomé fotos de sus casas, talleres de reparación, cestos de pesca y de sus embarcaciones de pesca de la centolla. Esta es una pesca de temporada la cual una vez terminada queda todo en receso hasta la próxima.  

A la vuelta de nuestro paseo encontramos a Popoff tomando mate en el cockpit. Elodie no  aguantó la curiosidad y lo compartió con él. De allí en adelante Popoff le cebaba un mate cada vez que el tomaba uno.  Esa noche, después de unos piscos sours en el Micalvi y una excelente cena preparada por nuestro capitán, al son de Astor Piazzola y jazz suave cada uno fue a lo suyo: la mayoría leyendo o escribiendo. Al poco rato nos fuimos al sobre para partir temprano al día siguiente a Puerto Toro.

Algo muy importante para mí fue comprobar que las protecciones que usé para prevenir ataques de sinusitis trabajaron muy bien en esta primera parte del viaje. Por desgracia  yo soy muy proclive a esas infecciones las cuales a veces me dejan totalmente inutilizado. Una secuela que me quedó a consecuencia de no cuidarme cuando tenía un Vespa en mis años de juventud. Me acompañaba una bolsa de pastillas antiinflamatorias, antialérgicas, anti dolor afín de prevenir y combatir esta situación. Afortunadamente no tuve que usarlas en ninguna ocasión durante este crucero. Quizás la limpieza del aire y las protecciones de lana y plástico que usé en mi cara y cabezas fueron la solución aun cuando parecía un facineroso

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *


*