NAVEGANDO LA INTRA COASTAL WATERWAY. DE GEORGETOWN A CHARLESTON, CAROLINA DEL SUR.

 24 de noviembre de 1997.  Zarpamos de Georgetown a las 07:45 rumbo a Charleston, Carolina del Sur. El día amaneció con sol, pero frio. Había una fuerte corriente que me dificultó salir del slip. Tuve que retroceder con la embarcación hacia el rio y en seguida avanzar hacia el muelle a la orilla del mismo para que Bárbara pudiera subir abordo.

Bajamos por la ICW que corría hacia el atlántico a través de la bahía Winyah. Entramos al Western Channel para alcanzar el marker Fl R 4s 12ft.  “2” que anuncia la entrada al canal Estherville Minim Creek hacia sur oeste en dirección de Charleston.

ICW CHALESTOWN

      Al final del Estherville canal cruzamos el Minim Creek lugar donde comienzan una serie de riachuelos y estuarios los que crean un verdadero laberinto acuático. Llegamos a la confluencia con el rio North Santee River y seguimos al sur a través del Fourmiles Creek hasta llegar a la confluencia del rio South Santee River.

            La ICW sigue al sur en un canal angosto con bajos a los lados.  Mas al sur en la confluencia con el Alligator Creek nos embancamos. Afortunadamente el fondo aquí es fangoso y fue muy fácil salir en marcha atrás.

            Pasamos el Casino Creek y otros riachuelos menores hasta llegar a McClellan Ville.  Desde allí la ICW sigue casi recta al sur hasta Anderson Ville para continuar pasando por innumerables confluencias de pequeños arroyos, riachuelos y esteros. La ICW sigue en medio de tierras bajas pasando por pequeñas bahías, y cruzando ríos y canales con muchas vueltas entradas y salidas.  Al llegar al Dewees Creek decidimos parar la travesía y buscar una marina local. La guía señalaba varias marinas a corta distancia. Nos decidimos por la Wild Dunes Yacht Harbor marina la cual ofrecía electricidad de 50 amperes y buenos servicios.

ICW CHARLESTON 2

Mientras navegábamos al sur comencé a pensar como la gente vivía en estas tierras costeras formadas por cientos de islas, canales, riachuelos, bajos, salidas al océano, largas y hermosas playas. Estas tierras que forman las dos Carolinas nunca fueron muy pobladas, especialmente la costa. Sin embargo, los gobiernos federales, estatales, locales y los empresarios privados invirtieron recursos para unir cuerpos de agua para formar canales capaces de movilizar sus productos a los centros poblados. Estos eran productos agrícolas, pesqueros, materiales de construcción como arena, piedras, maderas. En esa época muy probablemente se veían muchas más barcazas usando los canales y por supuesto en la ICW que fue construida para esos propósitos. Esta no tenía la competencia de las carreteras y camiones que vinieron después.

Durante nuestra travesía al sur tuvimos muy pocos encuentros con barcazas. La mayoría de las veces veíamos barcos pesqueros, especialmente camaroneros.   En algunos pueblos, pequeños, quizás no más que una calle con algunas casas, vimos muelles con lanchas pesqueras, de no más de 30 pies, algunas de madera, pero poco a poco siendo reemplazadas por fibra. Estas lanchas iban a las ostras, almejas, y pescas de estación. No tuvimos la oportunidad de ver astilleros artesanales. Quizás estaban en algunos recovecos de los cientos de riachuelos que corren paralelos, cruzan y recruzan la ICW, o pequeñas bahías y lagunas fuera de nuestra ruta.

Hoy la actividad principal en esta área es el turismo. Las gentes de las ciudades del interior veranean en estos lugares. Las playas tienen casas particulares sobre pilares de dos o tres pisos, canchas de golf, tenis, parques de entretenimiento con ruedas de Chicago y todo.  En los pueblos costeros más grandes son los edificios de muchos pisos los que llaman la atención. Parecen mini Miami. Todo esto atendido con tiendas comerciales de todo tipo, supermercados, policía, bomberos, clínicas, aeródromos. Durante el invierno se cierran, excepto las más grandes que ahora tienen población permanente pero muy reducida.

En algunos lugares, tierra adentro pero no muy lejos de la costa hay establecimientos industriales, como plantas de pulpa y papel, plantas de electricidad, algunas manufacturas. De la ICW algunas veces dejan ver sus humeantes chimeneas.

Los más notable, pensaba, ocurrirá a partir de los años en que los baby boomers comiencen a retirarse. ¡Se calculaba que a partir del año 2015 comenzarían a retirarse 10,000 BB al día!!  por un total de 74 millones al finalizar el año 2030. ¿Que pasaría con estas maravillosas costas y playas con esas avalanchas de retirados que, seguramente, muchos buscaran retirarse en estos pueblos?

Llegamos a la wild Dunes Marina a las 13:15 después de 5 horas y media de navegación. Decidimos quedarnos en allí pues estábamos cansados y un poco nerviosos con la llegada a Charleston.  La carta náutica y la guía de navegación hablaban de mareas de casi 5 pies como así mismo fuerte corrientes. Los días estaban cada vez más fríos e inestables.  Notablemente dos delfines nos acompañaron en el canal que nos conducía a la marina.  Como siempre briosos, saltarines, rápidos, brillantes mirándonos como si se estuvieran riendo.

ICW CHARLESTON 4

La idea era tratar de llegar a Charleston en la mañana con marea alta detenida y con bastante tiempo para ubicar bien donde se encuentra la marina e instalarnos. El 27 de noviembre era el día de acción de gracias (Thanksgiving Day) y no sabíamos cuántos botes iban a llegar a esta ciudad a pasar el largo fin de semana. Esta celebración es la más importante de USA. Algunos dicen que es más importante que Pascuas y Año Nuevo.

Como de costumbre procedimos a amarrar nuestra embarcación en el slip asignado y descansar por un buen rato.  Nos conectamos a la electricidad, cargamos baterías, llenamos los estanques de agua, revisamos todos los niveles y ordenamos la cabina y las recámaras a proa (la de la Roberta Julia) y la nuestra a popa. Salimos a hablar con el contramaestre y llevar la basura a los lugares donde se depositan.

En esta marina había bicicletas disponibles para los clientes. Con ellas fuimos a la playa. Una hermosa vista, playas de arena blanca que se perdían en la vista hacia el norte y hacia el sur. El mar tranquilo, su oleaje acariciado la orilla.  Bárbara, como es su costumbre, fue a chequear el agua, no muy fría en esos momentos. Hacia el sur vimos el faro que marca la entrada a la ciudad de Charleston Harbor. Quedamos por unos momentos gozando de una sensación de paz, encanto, silencio mientras el cielo cambiaba de colores antes de sucumbir a la noche. De vuelta en nuestra embarcación preparamos café, escuchamos música, chequeamos la carta náutica y la guía para la navegación del próximo día.

ICW CHARLESTON 5

Afortunadamente no teníamos televisión en la embarcación en esa época y no todas las marinas tenían conexión a un cable de TV. Mas tarde Bárbara comenzó a preparar la cena y yo preparé dos vasos de Chardonnay para celebrar otro día extraordinario.  Esta era una hora de conversación y recuerdo de todo lo que vimos:  embarcaciones haciendo el tráfico hacia el sur y el norte, la creciente tropical y hermosa flora y fauna, la impresionante geografía de esas tierras bajas, lo angosto y bajo que era el canal en esa zona. Estos recuerdos quedaron reflejados nuestros diarios de viaje y la bitácora.

Bárbara sirvió la cena, ahora en la mesa cubierta con una alfombra como de seda, liviana flexible y hermosa.  Teníamos nuestro frízer a proa todavía con bastantes carnes, pollos, y otras proteínas y vegetales congelados que Bárbara los transformaba en excelentes cenas. En las marinas aprovechábamos de comprar frutas y verduras cuando estaban disponibles.  No faltaban las botellas de vino blanco y tinto. Y algunos licores para aperitivos algunas veces antes de la cena.

25 de noviembre de 1997.  Zarpamos a las 10:30 rumbo a Charleston que estaba a no más de una hora y media.  Cielos claros, asoleado, vientos calmos, temperaturas frías, en los 20 grados Celsius. Fue fácil salir de la marina y reencontrarnos con la ICW.

ICW CHARLESTON 6

Pasamos Little Goal Isle que en su canal oriental comunica con el Breach Inlet al océano. Dejamos atrás Swinston Creek, Inlet Creek, Conch Creek y, después de pasar el puente Ben Sawyer swing bridge, el Jeanette Creek al mismo tiempo que estábamos dejando la ciudad Mount Pleasant a estribor y entrando a la gran bahía que forma la confluencia del rio Cooper, al norte de la ciudad de Charleston y el rio Ashley al sur de la ciudad. Esta bahía sale al atlántico por un ancho estrecho que pasa por el Fuerte Sumner en la punta norte de la James Island, al conectarse con el océano.

A las 12:18 llegamos a la marina municipal de Charleston, ubicada en el rio Ashley. El rio Cooper es más bien una zona de puerto comercial y de barcos pesqueros. A pesar de que la corriente había comenzado a moverse rápido no tuvimos dificultad de conectarnos con el contramaestre y acomodarnos en el slip que nos asignó. Él estaba esperando para ayudarnos con las amarras. Esta es una marina enorme muy bien mantenida.

En esta marina nos volvimos a encontrar con dos embarcaciones que venían navegando casi junto con nosotros los últimos 5 días.  Uno de ellos era un hermoso velero marca Hunter de una pareja que iba a pasar el invierno a los keys o cayos de la Florida. El capitán se había retirado de la policía y ahora trabajaba como especialista en seguridad en una empresa relacionada con el mundo náutico. Una pareja encantadora, amante de una buena conversación y amigable.

El otro capitán venia navegando solo en un barco a motor de 38 pies (Bayliner). Ex oficial de la fuerza área que recientemente había quedado viudo.  Tranquilo, relajado iba haciendo un crucero hacia la Florida sin planes, solo gozando de la navegación, de la vida y tratando de conocer gente a lo largo de su viaje. Era golfista de manera que iba aprovechando la oportunidad de jugar en las innumerables canchas que iba encontrando a lo largo de la ruta.

26 de noviembre. Seguimos en Charleston.  Hoy día decidimos hacer una limpieza rigurosa del interior de Manatee. Tuvimos que reparar una filtración en una de las mangueras del escusado. Había un poco de mal olor. La solución fue poner otra abrazadera bien apernada cosa que tomó un poco de tiempo. Después de todo esto Bárbara comenzó hacer los preparativos para la cena del día siguiente, para celebrar Thanksgiving como corresponde.  Tenía una larga lista.

Después de un almuerzo liviano fuimos a caminar a la ciudad.  Visitamos algunas librerías de segunda mano, galerías de arte, tiendas de antigüedades y en general vitrineamos mientras caminábamos.  La caminata por las calles y avenidas de la ciudad fue espectacular pues nos dieron una oportunidad de apreciar la arquitectura típica de esta ciudad sureña. Casas muy bien mantenidas y restauradas desde la época colonial, y diseños y construcciones del siglo 19 y 20. Casas magistrales, grandes, con columnas y escalinatas de entrada rodeada de jardines señoriales.  Las casas de la avenida costanera eran de una increíble belleza. Todo el ambiente de Charleston me hacía recordar lo que había visto varias veces en la famosa película “Lo que el Viento se Llevó”.

Después de visitar la oficina de información turísticas llegamos a la conclusión que teníamos que volver a esta ciudad con tiempo para apreciar todo lo que ofrece, desde su arquitectura, museos de varias especialidades, entre otras la presencia del portaviones Yorktown y los buques que lo acompañan, casas patronales de las plantaciones y jardines de la época colonial y posterior, restaurantes con menús especiales de esta zona sureña, su universidad y tantas cosas más.  Volvimos por taxi como a las seis de la tarde, bastante cansados, a la marina.  Después de una siesta recuperadora nos concentramos en preparar cocktails, la cena y la planificación del día siguiente.

ICW CHARLETON 7

27 de noviembre.  Dia de Acción de Gracia. Estábamos emocionalmente preparados para celebrarlo bien. Llamamos a los padres de Bárbara usando nuestro teléfono celular (que ahora me parece como antediluviano pero que en ese viaje fue una ayuda extraordinaria) y los saludamos con gran cariño. Joe, el padre de Bárbara es un hombre de una inmensa alegría interior. Solo verlo lo hace a uno sentirse bien. Una característica que heredó su hija.

Con Bárbara habíamos acordado invitar a los capitanes de las embarcaciones que he mencionado con anterioridad a venir a la nuestra para compartir un par de pie (tarta) de pumpkin (una variedad del zapallo) y café después de un almuerzo tarde.  Me tocó ir a las otras embarcaciones para hacer las invitaciones del caso.  En el camino me encontré con una lancha de madera antigua, muy bien mantenida, en la que había una pareja de cierta edad, quizás en sus sesentas años, sentada mirando el quehacer de la marina.  Los saludé y nos pusimos a conversar.

Eran ingleses que andaban recorriendo la ICW y teniendo un agradable pasar.  Les pregunté por los detalles de la lancha y me dijeron que su marca era Owen y que la había comprado en el norte, creo que en New Jersey. Yo les comenté que me parecía que esa marca correspondía a una fábrica de embarcaciones que existió años atrás en Annapolis y que durante la guerra fue importante en la construcción de lanchas torpederas.  Me invitaron a visitar su interior inmaculadamente mantenido. Era una embarcación de cerca de 26 pies, con una amplia cabina, cocinilla y todo lo necesario para hacer este crucero. Un extraordinario y amable matrimonio. Todavía recuerdo sus rostros y la embarcación.

Después de hacer las invitaciones volví rápido a la mía donde Barbara estaba esperando con el almuerzo. No llegué lo suficientemente rápido pues fui acusado de llegar muy tarde sobre todo en un día tan importante como ese. Tuve que pagar caro por ese desliz. Varios días de pago.

            El almuerzo fue fantástico: pavo asado, bruselas con tocino, relleno de pavo, puré de papas con ajo, mermelada de guindas, vino blanco y tinto.  Quizás el vino nos puso sentimental y nos hizo recordar otros almuerzos de día de Acción de Gracia celebrado con amigos queridos en nuestra casa en Rose Haven, Maryland.  Luego del café decidimos salir a caminar para desahogar nuestro estómago. Volvimos como a los cinco de la tarde después de una placentera caminata por la marina.  A las 17:30 llegaron John, Nancy y Steven nuestros compañeros de ruta.

            Los pies fueron un gran éxito. Se sirvieron con crema y acompañados de un excelente café. Luego vino el vino tinto y el scotch whisky. Tuvimos una amable conversación, se contaron historias, se intercambiaron experiencias náuticas, y todos explicamos nuestros planes de navegación futura. La Roberta Julia estaba encantada. después de un rato de estar acostada sobre las cartas náuticas al frente del timón decidió visitar a todos los comensales los cuales la acariciaron, le hablaron y la encontraron encantadora.

A las 21:00 las visitas se retiraron y nosotros después de limpiar y ordenar todo nos sentamos en la obscuridad a descansar y echarnos un último trago en paz y tranquilidad. Nos fuimos a dormir. Desperté como a los 2 am todavía con el estómago lleno. Un vaso de leche me ayudó a relajarme. Después de leer por media hora me fui a dormir.

Estábamos listo para partir al día siguiente a Thunderbolt SC. Todo en orden.