NAVEGANDO POR LA INTRA COASTAL WATERWAY. DE DEALE A SOLOMON ISLAND (MARYLAND).

La verdad es que el crucero comenzó una semana antes de partir.  El mes de octubre, en 1997, tuvo mal tiempo. Hacia mediados de ese mes estábamos listos para salir, pero las lluvias y el frio nos tenían cautivos en nuestra casa.

            23 de octubre de 1997. Jueves. Después de varios días de espera decidimos irnos a vivir al barco y comenzar nuestro viaje experimentando el estilo de vida que tendríamos en los siguientes dos meses.  MANATEE, nuestro barco, estaba completamente equipado para partir en cualquier momento. Ese día se presentó nublado, con nubes rápidas en un cielo oscuro, amenazante. En el momento que llegamos al barco estaba solo garuando, pero hacia frio.

            El 4×4 Blazer que teníamos en nuestra casa sirvió para transportarnos al barco.  El chofer fue nuestro sobrino quien quedó a cargo de venderlo. Al escribir estas líneas me tiembla la mano pues este era un querido sobrino que luego de sufrir un cáncer a la columna y varias operaciones finalmente falleció en su casa, en Chile, acompañado de toda su familia. Tenía treinta y cuatro años. Una pena inmensa.

             La más asustada era la Roberta Julia quien había comenzado a sospechar que algo grande iba a pasar pues nos veía moviendo cajas fuera de la casa, algunas con cosas de ella como su cajón (hecho de plástico), comida, juguetes. No estaba acostumbrada a estar fuera de la casa y sentir el frio de la calle.  Era una gata acostumbrada a un trato excepcional brindado por Bárbara.

             La verdad es que ella era muy cariñosa de manera que nos regaloneábamos mutuamente. Nos acompañó por catorce años y finalmente falleció en Sarasota. Su tumba está en el jardín de nuestra casa. Siempre me acuerdo de ella pues para mí fue la primera mascota que había tenido en mi vida y me corrieron varias lágrimas cuando se fue.  Terminó siendo una excelente compañía en este viaje y una gran marinera.

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            A fin de hacer nuestra estadía más fácil a nuestra llegada a Sarasota habíamos llevado nuestro viejo Toyota Camry a esa ciudad a principios de octubre. Durante el viaje aprovechamos en parar en varios puntos donde íbamos a pasar en nuestro crucero lo cual nos sirvió para obtener más información y por lo tanto confianza.  Lo dejamos en la marina donde quedaría nuestro barco cuando llegáramos a esa ciudad llamada “The Moorings” en Long Boat Key, Sarasota. Nos volvimos a Maryland por avión.

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   También fue necesario establecer un mecanismo para recibir el correo postal. Afortunadamente nuestra vecina se ofreció para recogerlo y enviarlo a las marinas donde estaríamos fondeados a lo largo del viaje, usando Federal Express.  Por teléfono con ella teníamos noticias de nuestra casa y del correo. Eliminaba el correo no esencial antes de enviarlo. Este sistema funcionó muy bien. Las marinas estaban acostumbradas a prestar este servicio sin costo y con seguridad.

            Deale es un pueblo de pescadores artesanales y de botes que llevan pasajeros a pescar. El turismo, por la cercanía a Washington DC, Annapolis y otros pueblos cercanos es una actividad en desarrollo e importante.  Mucha gente se ha trasladado a vivir en esta zona en forma permanente abandonando las ciudades mencionadas anteriormente. Entre ellos, nosotros. Es una zona rural muy hermosa de bosques, caballos, plantaciones de tabaco, iglesias, casas residenciales, a la que se agrega el encanto marítimo y náutico.

           Vivir por casi una semana en esta marina fue toda una experiencia social. Desde luego les tengo que decir algo acerca de la marina en general.  La Herrington Harbor Marina está ubicada en la costa oeste de la bahía de Chesapeake a una hora del centro de Washington DC cuando el tráfico esta bueno. En verdad son dos marinas.  La más grande es la que está ubicada en el pueblo llamado Deale y la más pequeña en un pueblito llamado Rose Haven a pocos minutos al sur de Deale.

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Una vista de Deale, un pueblo de turismo marítimo donde se encuentra la marina Herrington Harbor.

          Pero una actividad importante en esta zona es la de navegación deportiva. La Herrington Harbor Marina North ocupa una gran parte de la pequeña bahía de Deale. Es una marina gigantesca que alberga más de 600 embarcaciones en el agua y otro tanto en tierra. Dispone de talleres de reparación y mantenimiento de gran calidad y capacidad. Durante el invierno es un gran placer deambular por esta marina pues la mayoría de los yates están en tierra. Es una verdadera exposición de todo tipo de embarcaciones. Para los que le gustan los botes es un paraíso.

              Nuestra embarcación estaba ubicada en esta marina. En un muelle largo con slips a cada lado donde todavía se veían, en octubre, (invierno en el hemisferio norte) algunas embarcaciones en el agua. La otra marina, la Herrington Harbor South, está en Rose Haven. Este es un pueblito de no más de 100 casas ubicadas a lo largo de la costa. Son casas sencillas, muchas de trabajadores locales y algunas de veraneo. Unos pocos vecinos son profesionales que trabajan en Washington DC. Nuestra primera casa en esa zona estaba ubicada justo al frente de esta marina, al otro lado de la calle. De la ventana del cuarto de estar podíamos ver nuestra embarcación que en esa época era de 22 pies.

         Esta marina tenía piscina, hotel, restaurant, bar, playa, canchas de tenis, etc. Para nosotros era el lugar ideal. Además, nuestros vecinos eran extraordinarios. Uno, Whitey, era escritor de libros de turismo y de cocina.  Muy conocido en la zona y una gran personalidad de la radio, televisión, diarios y revistas. Otro vecino, Pat, era el administrador de programas de radio y TV importantes en Washington DC y escritor fantasma para Larry King y para su Show en cuyo programa el participaba como programador.

             Whitey era mi vecino inmediato. El me introdujo a la jardinería y chacarería. Juntos, con Pat, íbamos a hacer investigaciones y degustaciones de comidas en los restaurantes de la gigantesca bahía de Chesapeake, lo que le servía a Whitey para escribir sus libros sobre la cocina de la bahía. Sus libros se vendían en los pueblitos y ciudades importantes de esta bahía incluido Norfolk, Annapolis, Baltimore y Washington DC.

Un día se le ocurrió hacer un festival del ajo. Él había sido muy exitoso en plantar ajos en su jardín y lo mismo Pat. De manera que ambos con sus esposas organizaron en la casa de este último ese festival el cual atrajo una gran cantidad de personas. La idea era que cada uno de los invitados trajera algo hecho con ajo. Se recibieron sopas, galletas, espaguetis, carnes, pollos, etc. Fue un éxito que se repitió por más de 6 años.

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Vistas de la Herrington Marina  Sur

            Así pasamos los últimos diez años de nuestra vida laboral en Washington DC. Durante la semana nos concentrábamos en nuestras labores burocráticas. Los fines de semanas en nuestra vida doméstica y rural. Para mí era una novedad pues me permitió apreciar la vida de una comunidad auténticamente americana. Mientras viví en Washington DC mi vida social giraba alrededor de la comunidad hispánica internacional.

            Nuestros fines de semana estaban relacionadas con actividades marítima (navegación, marinas, tiendas navales) rurales (jardinería, compra de plantas, paseos por el campo), domésticas y sociales con vecinos y amigos con los cuales navegábamos. Mi hijo Allan venia algunos fines de semana a visitarnos con su novia (que después fue su esposa) y algunos amigos. Esos días eran de parrillada.

             La ciudad más cercana para hacer las compras era la maravillosa Annapolis. Nuestro bote (Renken 22) que tenía una pequeña cabina, nos permitía recorrer las ciudades, pueblos, caletas, villorrios y fondeaderos de la Bahía.   Fue un periodo de práctica y aprendizaje náutico complementado con la educación que estaba recibiendo de la Annapolis Power and Sailing Squadron antes comentado.

            Dos años antes de partir en nuestro crucero nos mudamos a una casa que quedaba cerca de Deale, en un caserío o pueblito llamado Fairhaven, frente al agua a no más de 15 minutos en auto de nuestra casa anterior en Rose Haven. Incluso teníamos nuestro propio muelle. En esta época fue cuando vendimos el Renken 22 y compramos el Grand Bank trawler 36.

            De esta casa veíamos pasar todos los días una variedad de embarcaciones, muchas de pescadores, otras eran enormes barcos mercantes que se dirigían o venían de Baltimore, yates navegando con sus grandes velas, a veces en regatas, y embarcaciones deportivas a motor de todos los portes y diseños imaginables. Esta visión y las conversaciones con sus capitanes, en parte contribuyó a decidir hacer nuestro crucero.

            Como decía anteriormente, nos instalamos en nuestra embarcación en la HHMN a esperar buen tiempo para iniciar nuestro viaje al sur. En nuestro muelle había algunas embarcaciones con tripulaciones que vivían año completo en ellas.   Una pareja, a nuestro babor, tenía dos embarcaciones a motor, una al lado de la otra. Ya habíamos hablado con ellos anteriormente cuando estábamos abasteciendo Manatee. Una pareja interesante, lo mismo sus embarcaciones.

            No recuerdo el nombre de sus botes, pero si sus características generales. La de George quien en esa época probablemente tenía entre 45 y 50 años, era un barco crucero a motor, quizás un modelo de más de 10 años tipo Bayliner de aproximadamente 30 pies. Aparentemente bien mantenido pues George estaba permanentemente trabajando en él. Era un buen mecánico, reservado y de muy buena voluntad.

            Su pareja tenía su barco en el slip del lado. Este era un crucero un poco más grande y antiguo probablemente de unos 40 pies. Se caracterizaba por tener una gran cabina central y otra a popa. George también trabajaba en su mantención todo el tiempo. No recuerdo como se llamaba su pareja, solo escuchaba que él le decía Princesa.

             Lo que llamaba la atención era la gran lámpara de lágrimas de 3 o 4 luces que colgaba del techo de la cabina central. También tenía un sofá y algunas butacas. Era como un mini cuarto de estar de una casa normal. Pero lo más característico era sus cinco magníficos gatos tipo angora de grandes ojos azules, de blanco pelaje e inmaculada y elegante presencia. Gatos tranquilos que vivían en la habitación de Princesa en la cabina de popa en la cual había instalado una gran cama matrimonial.

            Princesa parecía ser algunos años mayor que George. Ambos vivían felices en sus barcos. No sé si estaban casados o solo juntados. George la trataba con mucho respeto y cariño. Ella tenía los modales de una gran señora. Quizás en algún tiempo fue mujer de fortuna o sus padres. En la actualidad todo indicaba que no lo era, pero mantenía un estilo casi aristocrático, el opuesto de George que parecía más bien ser de una clase humilde.

            Con ellos convivimos esa semana. Nos visitamos algunas tardes a tomar unos tragos y cenar en la embarcación de Princesa y en la nuestra.  Ambas personas muy gratas. Princesa con muchas historias que contar y muy interesada en saber más del viaje que estábamos emprendiendo. George reservado y afirmando lo que Princesa relataba. El día de nuestro viaje ambos salieron temprano de sus embarcaciones para despedirnos con mucho afecto. Los dejamos diciendo adiós con sus manos y brazos. Nos dio mucha pena verlos ahí, en la proa de su barco, viéndonos avanzar lentamente al canal que nos llevaría a la bahía. Nunca más supimos de ellos. Ojalá que la vida los haya tratado bien y estén ahora en algún lugar disfrutando de su vida marítima.

 A nuestro estribor había un velero de unos 38 pies, quizás un Irwin o Hunter casi nuevo. Pertenecía a una pareja joven, de no más de 40 años. No recuerdo sus nombres.  Ambos vivían año completo en ella. La estaban preparando para hacer un gran viaje. Parece que la idea era hacer el Gran Loop. Ellos trabajaban en Washington DC y viajaban todos los días a sus oficinas.

           Conversamos varias veces, a la rápida, cuando preparábamos nuestro bote y durante la semana que estuvimos en la marina, antes de partir. Tuvimos ocasión de despedirnos brevemente de ellos. Él era el más entusiasta y visible. Siempre se le veía trabajando en algo en cubierta. Buenas personas, con ese sueño náutico que entendíamos y compartíamos. Les deseamos lo mejor y le dimos nuestras coordinadas en Sarasota por si pasaban por allí. Nunca más supimos de ellos.

           Al final del muelle, haciendo una T estaba atracado un velero grande, probablemente de alrededor de unos 50 o más pies, con el nombre de un famoso comediante y actor de cine. Era un modelo clásico, con mucha madera, de un solo mástil, y muy bien mantenido. Parecía tener el aparejo de un cúter. Su dueño era un señor de pocas palabras que aparecía de vez en cuando en la marina. Lo habíamos conocido superficialmente con anterioridad. Me dio una mano cuando cambié las baterías de nuestro barco que eran muy pesadas y grandes (200 amperes cada una). En esa ocasión me invitó a visitar su barco.

            La cabina central era de maderas finas, barnizadas de un color intermedio, un poco más claras que caoba.  Quizás eran de roble americano. Un gran caballero, de muy pocas palabras, serio, amable y de buena voluntad. El me ayudó a tomar algunas decisiones en cuanto a alternadores y otros sistemas eléctricos.

             Su esposa la vimos solo una vez. También él estaba preparando su embarcación para algún evento importante. Me pareció, no recuerdo bien, que su deseo era ir alrededor del mundo o cruzar el atlántico e ir a Inglaterra. Trabajaba en Washington DC y vivía en Virginia. Probablemente se estaba acercando a un retiro pues parecía estar llegando a los 60 años.

En el mismo muelle, pero en el lado norte había un trawlers de 36 pies marca Monk hecho todo de fibra y acero inoxidable, de color blanco, con una hermosa cabina de pilotaje y puente sobre esta última. Se veía como nuevo. Pertenecía a una pareja con la cual conversamos una sola vez por algunos minutos.  Quizás que hermosos sueños los llevaron a comprar tan hermosa embarcación y que planes estaban contemplando para un futuro lleno de promesas.

            Durante la semana, cuando paraba de llover, caminamos alrededor de la marina.  Era un enorme agrado ver tantos veleros en tierra, ya preparados para pasar el invierno. Siempre le decía a Bárbara que los veleros me parecían ser grandes violines, con sus altos mástiles, crucetas, y jarcias, delicados, finos, hermosos, fuertes, apuntando al cielo de donde adquirirían la energía para volar sobre las aguas.

            En otro muelle nos detuvimos a conversar con un grupo. Estos eran capitanes y tripulaciones de varios veleros que estaban listos para partir al sur. Eran transeúntes, venían del norte. Ocurrió que partimos con un día de diferencia y los seguimos viendo en marinas a lo largo de nuestro viaje a Florida.

29 de octubre de 1997. Miércoles. Finalmente, el 29 de octubre amaneció nublado, pero relativamente calmado.  El viento soplando a 10 nudos desde el oeste. Después de recibir las noticias del tiempo para ese día y el resto de la semana decidimos partir.  Lo hicimos a las 08:35. A los pocos minutos pasamos a la cuadra de nuestra casa (foto más abajo) que lucía muy hermosa desde el agua a pesar de ser un día parcialmente nublado.

            Hicimos un rumbo sur con la idea de llegar a Solomon Island alrededor del mediodía.  Las aguas de la bahía estaban con olas de no más de dos pies lo que permitió un viaje relativamente tranquilo. con vientos parejos del oeste de no más de 10 nudos, con cielos abriéndose dejando ver un sol pálido y algunas nubes blancas moviéndose rápidamente hacia el atlántico. La temperatura alrededor de los 65 grados F.

            Cada vez que empiezo una navegación me pongo tenso, especialmente al salir o llegar a una marina. Una vez en ruta comienzo a relajarme. La bahía de Chesapeake es bastante ancha, la costa apenas se divisa en la distancia en algunos lugares. En un día nublado o brumoso las costas desaparecen. Pero el hecho de estar en aguas profundas, con poco tráfico y navegando de acuerdo con un plan bien estudiado me daba confianza y me permitía disfrutar y entretenerme con el viaje.

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Nuestra casa en Fairhaven, Maryland

          El primer pueblito que divisamos fue Rose Haven y las instalaciones de la Herrington Harbor Marina South. Luego comenzamos a divisar a nuestro estribor las primeras casas del pueblo llamado North Beach.  Este tiene una pequeña playa, restaurantes y una calle principal con comercio, bancos y otros servicios. Se extiende varias cuadras tierra adentro mostrando casas muy bien mantenidas.

            Al poco rato pasamos a la cuadra de otro pueblo costero llamado Chesapeake Beach. Algo más grande con un gran hotel y casino. Tiene una pequeña bahía donde se acomodan, en slips, unos 30 o más botes pesqueros que llevan turistas a pescar. Algunos llevan pasajeros de paseo por un par de horas.  Están alineados en una larga fila con su popa hacia el embarcadero.

          El estacionamiento de vehículo estaba justo al lado de estas lanchas. Es todo un paseo caminar por la orilla viendo sus diseños y leyendo los servicios que ofrecen y los precios. En algunas ocasiones salimos con algunos parientes y amigos en uno de estos botes a pescar rockfish (parecido a la corvina en tamaño, color y carne) y bluefish (parecido al jurel en todo sentido) en la bahía.

           En una ocasión vivieron unos parientes de tierra adentro con los cuales salimos a pescar en una de estas lanchas. Estaba anunciado mal tiempo, pero ellos insistieron en salir. Como decía anteriormente esta bahía es como un mar interior que en mal tiempo tiene un oleaje encabritado.  Después de un largo rato navegando hacia el centro de la bahía las aguas comenzaron a crecer ayudados por una ventolera.

          Fue una no muy grata experiencia a juzgar por lo que contaban después de esta experiencia. A parte de los vómitos decían que en ambos lados de la lancha solo veían grandes paredes de agua donde la lancha avanzaba moviéndose de lado a lado y cabeceando cuando subía y bajaba de las crestas de las olas. Pescamos tres rockfish relativamente grande. Mi vecino, un gran cocinero los preparó al día siguiente rellenos de carne de jaiba y otros ingredientes. Una super delicia.

          Este pueblo tiene más infraestructura y servicios que Rose Haven y North Beach. Se conecta muy bien a las carreteras que llevan a Washington DC (al oeste), Annapolis (al norte) o Solomon Island (al sur). Tiene muchas más casas, nuevos townhouses de tres pisos con hermosa vistas a la bahía, y nuevos barrios de casas individuales tipo bungalow, construidos en los últimos diez años. Por tierra queda a no más de media hora en auto de Fairhaven, donde estaba nuestra casa. Lo visitamos muchas veces por eso lo conocemos bien, lo mismo que todos los pueblos de esta área.

     LIGHTHOUSE COVE POINT Al sur de este pueblo la bahía de Chesapeake tiene una costa alta y pareja. No hay muchos lugares para visitar con una embarcación. Por tierra se puede llegar a lugares muy hermosos a la orilla de la costa: Plum Point, Dares Beach, Calvert Beach y otros. Lo que es notorio desde el agua e importante para el estado de Maryland es la planta de energía atómica llamada Calvert Cliff Nuclear Power Station.  Se ve impresionante desde el agua. Un poco más al sur está el Cove Point (ver foto a la izquierda) donde hay un faro de 45 pies de altura. Es de color blanco y cónico. Para mi es una hermosa construcción. En esa área      se encuentra una estación de la Defensa de Costa.

             Siguiendo al sur nos encontramos con las luces del Drum Point que anuncia la desembocadura del rio Patuxent. Una hermosa estructura acompañada por una casa donde vivian los que estaban a su cargo. Hoy estas estructuras funcionan como museos y parques abiertos al público.

           Cerca de la costa sur y un poco afuera de la desembocadura del rio había un viejo faro en la forma de una casa de ladrillo con el faro sobre el techo. Era una estructura abandonada y medio derrumbada por los abates de las tormentas y los años. Era un lugar interesante de visitar en embarcaciones menores. Pero había que hacerlo con cuidado pues toda esta zona tiene muchas restricciones a la navegación.

             Nosotros la visitamos varias veces en nuestro Renken 22 cuando nos reuníamos con amigos al interior del rio Patuxent.  Mi imaginación volaba cuando contemplaba su estructura pensando cuantos años vivieron allí los guarda faros y sus familias, los temporales que deben haber soportado, los barcos que deben haber pasado peligros en esa zona, los contactos sociales con la gente de la región, los pescadores que pasaban saludando y a veces regalándoles algún rockfish y un bushel de ostras y jaibas, los comercios en el pueblo donde hacían sus compras y atendían sus otras necesidades.

            La mayoría del viaje lo hicimos timoneando desde la cabina interior. Desde luego lo hicimos para evitar el frio y el viento que se siente en el puente. Pero también lo hicimos para gozar de lo que nos ofrecía la cabina: café caliente, buena música, nuestra propia compañía, conversación y la cercanía de la Roberta Julia, quien dormía a pata suelta sobre las cartas marinas ubicadas adelante del timón.

 INTRACOASTAL WATER WAY 006Al llegar al rio Patuxent comenzamos a remontarlo pegados a la orilla norte para entrar a Solomon Island y salimos a timonear desde el puente ubicado sobre la cabina.  El puente da amplia visibilidad para hacer maniobras. Desde luego permite observar todo lo que está pasando alrededor a medida que se avanza por los canales y ubicar con más precisión un lugar de fondeo. Cuando se entra a las marinas es la única forma segura de hacer bien la maniobra de atraque sea en el slip asignado o para cargar diésel o desembarcar para ir a la oficina de la marina y acceder a los servicios que ofrece.

El cielo ya se había abierto dejando ver un sol brillante y un azul pálido. Una vez anclado, descansamos en la cabina y Bárbara procedió a preparar sándwiches y café. A mí me tocó actualizar la bitácora y escribir algunas notas en un cuaderno complementario donde recogimos más información sobre el viaje y que ahora estoy usando para escribir estos artículos.

INTRACOASTAL WATER WAY 007     En total navegamos durante 2 horas y 35 minutos a una velocidad promedio de 8 nudos los que nos dio un total de millas navegadas de 28.8 millas náuticas. Suficiente para ese primer día de navegación que se hizo con un clima cambiante, pero     mejorando.  Lo primero que hice después de nuestro almuerzo fue chequear todos los sistemas y a prender el generador. Sorpresa: este no podía funcionar pues una de las piezas que impulsa agua al motor estaba destruida. Son hechas de un material que parece goma o plástico y periódicamente hay que cambiarlas. Por radio me puse en contacto con un mecánico de una marina cercana y resolvimos el problema rápidamente.

            Usamos el generador esa noche por un par de horas. Todas nuestras baterías quedaron cargadas de manera que pudimos usar nuestros aparatos eléctricos, incluso el cubrecama eléctrico por un rato.

            Solomon Island es un hermoso pueblo ubicado en la ladera norte donde el rio Patuxent desemboca en la Bahía de Chesapeake.  Durante el largo periodo colonial era un villorrio de pescadores.  Después de la guerra civil, en los años 1865s vino un periodo de crecimiento económico y este lugar se transformó un centro comercial de procesamiento de ostras como así mismo de construcción y mantenimiento de embarcaciones pesqueras.

             Es durante esta época que Isaac Solomon se instaló en esta isla con una gran procesadora de ostras y le dio el nombre al lugar.  Se dice que en esa época la flota pesquera tenía más de 500 embarcaciones. A pesar del nombre no es una isla. Esta se unió a tierra firme años después por obra de la naturaleza y del hombre.

               Durante la segunda guerra mundial en esta zona se instalaron tres importantes bases navales, situadas en la zona de la desembocadura del rio Patuxent las cuales hicieron importantes contribuciones durante la guerra y trajeron la modernidad a Solomon Island. En la actualidad todavía existen bases navales en esta zona, pero la actividad que atrae a la gente a este magnífico lugar son el turismo y las actividades náuticas, las cuales incluyen marinas, compra y venta de embarcaciones deportivas, mantenimiento y construcción de embarcaciones.

            Este pueblo se distribuye en las tres ensenadas en las que se abre la bahía de Solomon Island. A la izquierda está la ensenada llamada Back Creek. La ensenada del medio, y que se dirige al norte, se llama St. Thomas Creek. La de que se dirige a la derecha se llama Mill Creek. Esta última es la más grande y ofrece buenos fondeaderos. Nosotros nos anclamos al final de esta última.

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            La ensenada Back Creek es la más turística, Allí se encuentra el magnífico Calvert Maritime Museum, restaurantes, moteles, iglesias, marinas con muelles y servicios para yatistas, atracaderos y muelles de pescadores. El museo es una joya. No solo muestra la historia de esta parte de la Bahía, sino que tiene, además, un amplio despliegue de embarcaciones pesqueras y de servicio típicas de la zona.

            Una pieza histórica desplegada en el museo es un faro construido en 1883 en Drum Point, a la entrada del Patuxent. Este faro fue desmontado y trasladado al museo donde lo repararon y lo habilitaron para que el público pueda visitarlo. Este es uno de los 45 modelos de faro construido para la Bahía de Chesapeake y que operaron durante todo el siglo veinte. Hoy quedan solo tres en operación.

           Otra pieza histórica del Museo Calvert es el barco “William B. Tennison”. Construido en 1899 como una embarcación destinada a comprar ostras desde los barcos que estaban en la faena de extracción de este molusco. Originalmente era un barco a vela, pero por los años 1950s fue transformado en un barco a motor. Siguió siendo un barco comprador hasta 1978. Actualmente el museo lo usa para hacer cruceros turísticos en el rio Patuxent. Su perfil y estructura representa para mí una visión ideal de un barco tradicional.

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Embarcación típica de la Bahía de Chesapeake. Museo Maritime Calvert. Solomon Island, Maryland.

  También tiene un club de modelistas navales muy bien dotado de herramientas eléctricas y tradicionales, excelentes modelos de barcos, especialmente skipjacks y sobre todo maestros constructores e instructores. Una de la especialidad son los modelos de skipjacks con pequeños motores con los cuales se participa en regatas de modelos alrededor de la bahía.  Increíblemente todavía tengo el casco terminado del modelo que construí allá por los años 1980s cuando vivía en Rosehaven y todavía trabajaba en Washington DC. Solo le falta agregar la quilla, mástil y pintarlo. Este es un proyecto que ahora con más tiempo voy a terminar porque me recuerda una época muy hermosa de mi vida en la Bahía.

              El maestro constructor y su hijo daban clases acerca de cómo construir este modelo. Excelentes personas que me ayudaron con mucha paciencia a usar herramientas, planos y construir dicho modelo. El club sigue en pie en sus instalaciones afuera del edificio principal del Museo. Cada vez que iba al club me producía un gran agrado ver como se veía su interior, todas sus herramientas eléctricas, mesa para cortar maderas, sierras verticales, planeadores, taladros estaban dispuestas en un cierto orden lógico. Todo se veía limpio, inmaculado. Todos los estudiantes colaboraban en mantener ese orden y limpieza. Los instructores eran empleados del museo y su responsabilidad era mantener la colección de modelos y construir aquellos que el curador les solicitaba.

            Esta es una zona que visitamos muchas veces por agua y carretera. Aparte del ambiente náutico esta pequeña comunidad tiene muchas otras atracciones. Una de ellas son las iglesias representativas de las distintas religiones protestantes de la zona. Reflejan la arquitectura de comienzos del siglo pasado. Todas nítidamente conservadas y todavía en uso.

           Otra atracción, la cual podemos decir es similar a casi todas las otras localidades de la Bahía, son la variedad de restaurantes que reflejan en su arquitectura aspectos típicos de su pasado histórico y cultural Algunos con sus bares y salones comedores amoblados y adornados con cosas del pasado colonial y post colonial lo que incluye motivos de la cultura náutica, agrícola y pesquera de la bahía de Chesapeake. Los había aquellos que eran parte de una marina o estaban en frente a una. Otros simplemente estaban localizado frente a una bahía o ensenada donde se veían embarcaciones de todo tipo ancladas o amuradas en los muelles. Otros estaban justo al otro lado de la calle costera pero siempre con el ambiente náutico típico de esta área.

        Lo más espectacular era que la mayoría de estos locales tenían terrazas fuera del edificio donde uno se puede sentar a la sombra de parasoles en mesas de picnic o tradicionales donde era posible ver el paisaje marino que nos rodea. Muchos de estos restaurantes eran de gran elegancia siempre con el motivo colonial. Inclusos sus empleados estaban vestidos con trajes coloniales, los comensales muchas veces bien vestidos y corteses y música suave de trasfondo. Otros eran rústicos, populares y más ruidosos, pero con comida de gran calidad y gente alegre y respetuosa. Todos son excelentes y dignos de visitarse.

         Los restaurantes ofrecían comida popular y tradicional tales como jaibas hervidas en agua enriquecida con una mezcla de hierbas que incluía paprica lo que le daba ese color rojo particular. Estas se servían por docenas y se comían con martillo de palo y cuchillo. Uno de los derivados más populares de las jaibas son los pasteles de jaiba que llegaban dorados a la mesa y constituían una delicia.

        Otros eran los chupes de jaiba que llegan en fonditos de greda cocida preparados con salsa de tomate picante y varios otros condimentos típicos de la Bahía. Ostras y almejas crudas y cocidas se sirven en una variedad de especialidades. Una de ellas era la sopa de ostras la cual se hace a la crema con cebolla picada y papas cortadas en cuadritos y con pimienta blanca. Una delicia.  Vean en el apéndice algunas recetas publicadas por Whitey Schmidt, mi vecino escritor.

           Muchas veces vinimos con un grupo de amigos a Solomon Island con la imagen de estas sopas en nuestras mentes y dispuestos a disfrutarlas intensamente. Para que decir de los pescados servidos en todas sus formas desde sopas hasta fritos: rockfish parecidos a las corvinas, truchas de mar, bluefish (parecidos a los jureles) y otros tantos otros entre los que se cuentan los whitings o merluzas, que en esta zona no son muy grandes.  En una oportunidad pesqué un rockfish relativamente grande y nuestro vecino, un gran cocinero y autor, lo preparó al horno relleno con carne de jaiba y condimentos. Todavía lo puedo saborear en mi memoria. Y en la estación se saborean los choclos hervidos o a las brasas con mantequilla y sal, los tomates recién sacados de la mata, ají verde y las papas y hierbas locales. Todo acompañado de jarros de cerveza.

         También había varios negocios de antigüedades y en su tiempo uno de libros de segunda mano llamado “Half Moon Bookstore” donde en diversas ocasiones compré libros sobre construcción naval, historia marítima en general y de la Bahía de Chesapeake en particular. Muchos de ellos todavía están en mis libreros, subrayados y con notas. Hay tiendas de antigüedades en todos los pueblos de la Bahía. Durante los años que vivimos en esta zona compre varias antigüedades náuticas algunas de las cuales todavía conservo y que ahora planeo regalárselas al museo marítimo local.

            Al igual que las otras ensenadas desde el agua se pueden ver casas modestas de pescadores y trabajadores de la zona y también algunas más elaboradas probablemente de veraneo o fines de semana pertenecientes a familias que viven en las grandes ciudades. Por supuesto hay algunas que son verdaderas mansiones.  A orillas de las ensenadas se ven las casas que tienen atracaderos para sus yates o para barcos de trabajo.

        Lo especial de estas casas es su belleza. Casi todas parecían recién pintadas. La mayoría de color blanco con techos, puertas y ventanas con marcos blancos y los postigos y puertas de colores rojo, verde, negras, blancas. Muchas de ladrillo los que les da un toque típico de la era colonial. Todas con hermosos jardines con árboles, de flores y pastos. Se ven muy pocas cercas separándolas de manera que los barrios parecen parques.

          A medida que uno va navegando hacia adentro de esta isla-pueblo se van abriendo las otras dos ensenadas.  En cada una de estas dos ensenadas mayores se abren otras ensenadas menores también con casas y embarcaderos. Al final de la ensenada Mill Creek hay un excelente fondeadero rodeado de marinas que ofrecen toda clase de servicios. En este lugar fue donde nos anclamos.

      Antes de terminar este capítulo una nota de un recuerdo. Un día saliendo del rio Patuxent hacia la Bahía, un poco antes del atardecer, vimos un gigantesco aeroplano, un Boeing 747 Jumbo, llevando un transbordador de esos que van al espacio para conectarse con el laboratorio espacial (Shuttle) a cuestas, sobre el techo. Era una vista increíble, las dos naves se veían inmensas, más aún cuando avanzaban a poca velocidad con un fondo de nubes semi rojizas por la caída del sol.

     Esta enorme masa area se dirigía tierra adentro quizás al aeropuerto Dulles, en Virginia, donde hay un museo aeronáutico. Hace unos pocos años cuando lo visité tenía en exhibición uno de esos shuttles. Esa vista me recordó lo que escribo en esta nota. La Bahía de Chesapeake ofrece sorpresas increíbles y navegar la Intracoastal Waterway por el medio de ella es una gran aventura.

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      Típico faro de base de araña originalmente construido en Drum Point en 1883. Actualmente esta restaurado y en exhibición en el Museo Marítimo de Calvert en el pueblo llamado Solomon Island.

                El día siguiente amaneció con nubes avanzando hacia el este. Se veía algo de sol. El informe del tiempo señalaba vientos calmos, pero con posibilidad de lluvias a media tarde. Decidimos seguir al sur a pesar del riesgo de tener cambios en la velocidad de los vientos y posiblemente lluvia. Por el momento estaba nublado y muy calmado. Salimos a las 08:30.

             Una decisión que adoptamos fue de leer un poco acerca de la historia de cada estado e identificar sus emblemas. Además, compramos una bandera de cada estado la cual enarbolábamos cada vez que pasábamos a otro estado.