19 de noviembre de 1997. Zarpamos a las 07:45 de Swan Point Marina. Estaba nublado y con un poco de garúa. La navegación al sur siguió en forma similar a la del día anterior. La ICW es estrecha y con aguas muy bajas fuera del canal, a ambos lados. En esta zona hay corrientes originadas por las grandes diferencias de mareas y los estrechos que comunican con el océano atlántico en varias secciones de la costa. En las orillas gozamos viendo casas y jardines, algunas muy hermosas con sus propios canales para entrar y salir de la ICW.
Pasamos la bahía Alligator y luego entramos a la zona llamada Stump Sound. Seguimos bajo un puente de 65 pies de elevación que comunica con las playas y dunas en la costa del atlántico. A las 09:30 llegamos al puente rotativo de Swing City el cual tiene solo 12 pies de altura. Tuvimos que solicitar su apertura lo que se hizo sin dificultad.
En la parte continental o en la costa oeste de la ICW yendo hacia el sur pasamos varios estuarios: Turkey Creek, Batts Mill Creek, Beckys Creek, Victoria Creek, Old Topsail Creek el cual comunica con el atlántico a través del estrecho New Topsail Inlet , Mills Creek, Futch Creek el cual comunica con el estrecho Rich Inlet, pasamos el puente giratorio de 12 pies que comunica con la Isla Ocho, el estuario Pages Creek, el Howe Creek, el puente levadizo de Wrightsville, que comunica con Wrightsville Beach en la costa del atlántico. En todos estos estuarios hay casas en sus orillas con sus propios muelles donde están sus barcos deportivos. Es una delicia ver su arquitectura e inmaculada mantención y los bellos jardines que las rodean.
Un poco más al sur pasamos por el Bradley Creek, hasta llegar al gran estuario Hewletts Creek donde comienza el Masonboro Sound. Al llegar al Whiskey Creek encontramos la Masonboro Marina donde habíamos planeado pasar la noche. En esta zona hay varias marinas de gran calidad. Es una zona de vacaciones donde se ven hermosas casas en todas partes en la costa. Llegamos a la marina a las 14:35, casi 6 horas de navegación.
Este tramo del crucero comenzó con mucho frio. Capitaneamos desde la cabina con calefacción, café caliente, buena música y conversación. La Roberta Julia seguía en la cama bajo la cubierta. La carta marcaba una ruta bien señalizada y fácil de navegar, pero teniendo cuidado de no salirse del canal. No era necesario usar el radar.
Solo el GPS para chequear velocidad aun cuando teníamos mucha más información disponible de este electrónico. El instrumento más valioso en esta navegación era el ecosonda el cual nos daba la profundidad todo el tiempo y nos piteaba cuando estábamos muy cerca del fondo del canal. Teníamos tres ecosondas. El más nuevo, que compramos en Plymouth, en Norfolk, estaba en el puente.
Bárbara entretenida leyendo y escribiendo en la mesa de la cabina notas en su diario del viaje, el cual nos sirvió mucho en la redacción de este viaje. A ratos cambiábamos de lugar: ella tomaba el timón y yo me sentaba a la mesa a chequear la carta náutica, los libros de navegación de la zona, poner al día notas sobre la navegación y la bitácora.
Toda la costa del atlántico y los ríos, estrechos, bahías, estuarios, canales, que se avecinan a este océano están ocupados por balnearios, villorrios, hoteles, moteles, servicios de hospitalidad, canchas de tenis, de golf e interminables playas de arena finas y vegetación. Una actividad deportiva importante en toda esta zona es la navegación deportiva. En la foto de la izquierda se puede ver una concentración de boteros en un día de verano, gozando de aguas tranquilas, temperadas y bajas.
En algunos tramos tuve que poner el parabrisas pues estaba garuando suavemente. La embarcación estaba en buen orden lo que nos daba mucha satisfacción y seguridad. En esta zona había pasado el huracán Fran hacia un año y medio atrás. Por todas partes se veían trabajos de reconstrucción especialmente las casas de verano a las orillas de la costa. Algunas eran verdaderas mansiones con hermosos jardines.
Una nota especial relativa al origen del nombre de esta área. Originalmente se llamaba Masonborough en atención a la logia masónica que existía en esa ciudad. La logia se llamaba “Salomón” y había sido creada en base a una carta de instalación emitida en Inglaterra en 1735. Esto se debía a que una gran cantidad de colonos que se instalaron en este lugar eran masones. En 1890 existía ya una oficina del correo en Masonboro.
Al llegar a la marina Masonboro el cielo se abrió y tuvimos una tarde con sol. Pero el frio seguía intenso. La Roberta Julia inmediatamente se instaló al lado de la ventana para tomar un baño de sol. La marina tenía todos los servicios necesarios excepto diésel, pero en ese momento no teníamos que reabastecernos. Nos llamó la atención esta marina por su modernidad. Comparables a las que habíamos visto en el puerto de Baltimore. Pasamos el resto del día en la cabina preparando la navegación del día siguiente. Bárbara celebraba cada día en forma especial, muy consciente del crucero excepcional que estábamos haciendo y yo por el maravilloso tiempo que estábamos teniendo juntos. Después de una buena cena nos fuimos a dormir.