NAVEGANDO LA INTRA COASTAL WATERWAY. INTRODUCCIÓN

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INTRODUCCIÓN

            La decisión de navegar por el “El Gran Canal del Este de los Estados Unidos” (Intra Coastal Waterway – ICW) fue madurando gradualmente en los años previos a nuestro retiro. Durante esos años fuimos aprendiendo a navegar en nuestra pequeña lancha a motor (22 pies) por las aguas de la Chesapeake Bay, en particular en el rio Patuxtent, y tomando cursos de navegación en el Annapolis Sailing and Power Squadron.

Esos fueron años de gran goce espiritual y material. Comenzamos a apreciar, cada vez con mayor intensidad, el encanto de la Bahía de Chesapeake, el navegar por sus aguas, arribar en nuestra lancha a sus ciudades, pueblos y villorrios, experimentar intensamente las cuatro estaciones del año y sus climas, conocer a sus gentes, leer sobre su historia y economía, fascinarnos con su flora y fauna, disfrutar sus comidas tradicionales. Y por supuesto también abocarnos a conocer sus graves problemas ecológicos.

ICW INTRODUCCION MANATEE

Trawler Grand Bank 36 “MANATEE” (1979)

En abril de 1997 compramos una embarcación de 36 pies (Grand Bank trawler, en la foto), algo vieja pues era de 1979, pero con todos sus sistemas operando excelentemente. Se llamaba MANATEE, y a instancias de mi esposa le mantuvimos el nombre. Tenía dos cabinas, una a proa y otra a popa, con camarotes y baños.  Entre estas dos cabinas había una central con una cocina con horno a gas licuado, refrigerador, mesa de comedor con bancas a su alrededor y una estación de navegacion (pilot station) con instrumentación y rueda de timón para navegar desde la cabina en caso de mal tiempo.

Sobre esta cabina central había un puente con todos los medios para navegar la embarcación desde esa posición, al cual se le había agregado, como protección contra el tiempo, una carpa de lona con ventanas de plástico transparente. En la popa pusimos un pequeño bote de goma (zodiac) con un motor fuera de borda para viajar a tierra cuando anclábamos afuera.

Nosotros acomodamos la cabina central a nuestro gusto agregando una cafetera eléctrica, un horno microonda, un teléfono celular, una radio de onda corta y un radio-cassette. Expresamente no incluimos una TV a fin de liberarnos de su influencia durante nuestra travesía. Fue una excelente idea.

Durante los meses de abril y mayo le hice revisar todos sus sistemas y los mejoré cuando era necesario. Afortunadamente el mecánico me enseñó a manejar esta embarcación que representaba para mí un salto importante en tamaño y calidad.

En Julio de 1997, ya más acostumbrados a nuestro barco, decidimos unirnos al crucero anual de dos semanas del Annapolis Sailing and Power Squadron, por la bahía de Chesapeake. Fue un viaje inolvidable. Aparte de la excelente camaradería, entretenimiento, y práctica de pilotaje y marinería fue el punto crucial para tomar nuestra decisión de viajar hasta Florida.

Días después de finalizado este viaje le pregunté a mi esposa en una forma casual, casi indirecta, como de perfil, si a ella le gustaría hacer un crucero en nuestro barco hasta Sarasota, una ciudad en la costa de Oeste de Florida, al sur de Tampa, a la cual nos habíamos ligado tiempo atrás cuando compramos una casita de playa para escapar de los inviernos de Maryland. Su respuesta inmediata y sorpresiva fue que “le encantaría hacerlo y si fuera este mismo año mejor todavía”. Una vez despejada esta incógnita, propuse como fecha de partida el mes de octubre de ese año, la cual fue aceptada de inmediato

Quizás el objetivo más importante de este crucero fue el deseo de hacer algo especial, algo diferente en nuestra vida, una aventura que pudiéramos recordar con agrado cuando viejos. También el deseo de desconectarnos del mundo rutinario y de nuestro pasado burocrático. Hacer un corte importante para comenzar una nueva vida.

Fue un crucero en el cual tuvimos momentos de silencio y meditación, de música y conversaciones. De observación detenida de la naturaleza a nuestro alrededor. De recordar amistades y parientes. De revisar y actualizar nuestros planes futuros. En cierto sentido este crucero fue una especie de retiro espiritual, pero al mismo tiempo un reto y una aventura.

Finalmente debo agregar que fue un viaje que nos dio una gran oportunidad de conocernos mejor, de convivir cada hora del día en el pequeño espacio de nuestro barco y de esta manera de profundizar nuestra relación. Y también de tener más confianza en nosotros mismos, de estar conscientes de que podíamos planear, ejecutar y gozar una experiencia de este tipo. Un factor importante que definimos desde un comienzo fue hacer el viaje sin restricciones de tiempo.

ICW INTRODUCCION JAG, BJL AND MAYA ON THE MANATEE

José Antonio, Barbara y la gata Roberta Julia. Septiembre 1997

No teníamos fecha de llegada. Psicológicamente era abandonar años de vida profesional regida por horarios, fechas, calendarios, compromisos. En total viajamos 56 días Nuestro viaje comenzó en Annapolis el 29 de octubre de 1997 y terminó el 23 de diciembre en Sarasota.

Normalmente este viaje se hace en dos o tres semanas, a los más. Los capitanes que se contratan para llevar embarcaciones deportivas para la gente de grandes recursos se demoran 8 a 10 días. Esa gente viaja por avión y esperan su barco en alguna marina en Florida.

En lo personal este crucero significaba para mi tener la oportunidad de hacer un largo viaje por agua, de gozar del encanto de navegar, de sentir el barco en la planta de mis pies deslizarse por las aguas de la ICW, sentir las sinuosidades del agua, el balanceo del barco cuando atravesaba  las estelas de los otros, de pasar las boyas, faros y otros markers que podía verificar en la carta náutica, de saludar a los otros capitanes que venían en sentido contrario, de atracar el barco en los muelles de las marinas, de sentir que todos los días estábamos más lejos de nuestro punto de partida.

Nos tocó navegar largos ratos adentro de nuestra cabina, lo cual agregaba un sentido especial, pues podíamos ir escuchando los CD y casetes de música, acompañado de un buen café, de nuestra gata Roberta Julia y de la amorosa compañía de mi esposa Bárbara, quien, cuando no tomaba el timón, escribía o leía en la mesa de la cabina un par de pasos detrás de mí.

El barco se encontraba en excelentes condiciones de manera que no necesitaba más cuidado que volver a revisar sus sistemas, abastecerlo para el viaje y comenzar a obtener información sobre la famosa Intracoastal Waterway.  La obtención de información no fue difícil pues se han escrito numerosos libros y existen cartas náuticas que explican en detalle y en forma sencilla como navegar esta ruta.

Un aspecto importante de este viaje fue contactar a un capitán que había dejado una tarjeta de presentación, en una marina de Baltimore, ofreciendo instrucción para navegar la ICW.   Entre sus especialidades figuraba llevar y traer barcos por la ICW, mientras sus dueños viajaban con rapidez por avión o automóvil.

Con el revisamos en detalle todas las cartas náuticas, desde Annapolis (nuestro punto de partida) hasta Sarasota. Nos dio muchos datos prácticos, mencionó lugares de peligro, recomendó fondeaderos y marinas para pasar la noche, puntos de abastecimientos y sobre todo insistió majaderamente en la regla de oro para la navegación en la ICW: “siempre deben seguir exactamente la línea morada que va indicando la mejor ruta dentro del canal”.

En paralelo fuimos revisando los comentarios de libros especializados en esta ruta, marcando las cartas con notas de interés para nuestra navegación, destacando las aéreas difíciles, marcando con un plumón amarillo las boyas, markers, faros, puentes, torres de agua, antenas etc. a fin de hacer más fácil su lectura al navegar.

Además, tuvimos que decidir los lugares donde llegaríamos cada día, pues nuestro barco era lento, 8 nudos promedio, decisión que combinamos con lugares interesantes, con historia, naturaleza, atracciones culturales, buenos lugares para anclar o marinas donde pasar la noche, obtener combustible, facilidades para lavar la ropa, existencia de súper o mini mercados, disponibilidad de taxis y otros servicios que se fueran necesitando en el camino.

Al final todo este trabajo fue útil, pues nos facilitó movernos con seguridad durante todo el viaje. Pero debo aclarar algo: a lo largo de la ICW hay una gran cantidad de marinas, servicios mecánicos, moteles, restaurantes, ventas de combustibles y servicios de comunicación. Además, durante nuestro viaje nos íbamos topando con otros barcos haciendo el mismo viaje, cuyos capitanes y tripulaciones tenían una gran experiencia, los cuales nos daban información práctica con gran amabilidad y deseos de ayudar.  Con algunos de ellos nos encontramos varias veces a lo largo de la ruta y cada encuentro fue motivo de alegría e intercambio de experiencias.

Pero como en todas las cosas que hacemos en nuestra vida hubo también algunas dificultades las cuales con mucha suerte pudimos superar. Quizás el factor más importante para hacerlo fue prevención y preparación.  Los problemas más comunes en la ICW son quedarse encallado en algunos de los canales, o tomar un canal equivocado, o tener dificultades para encontrar una marina y para entrar y acomodarse en ella. Afortunadamente solo nos encallamos una sola vez cuando tomamos un canal equivocado. Sospechosamente una lancha comercial de remolque que estaba al aguaite por ahí cerca se hizo presente de inmediato para sacarnos del barro donde habíamos encallado.  Parece que no éramos los primeros que habían sufrido esta inconveniencia.

Nuestra conclusión es que nuestro crucero por esta ruta fue más fácil y agradable de lo que pensábamos. Más aun, creemos que cualquiera puede hacerlo aun en embarcaciones menores a vela o motor. Lo ideal es que esta sea no menor de 24-26 pies. Creo que nosotros exageramos nuestras preparaciones y precauciones para hacer esta travesía. Al terminar nos dimos cuenta de que es fácil para cualquier persona con un mínimo de conocimientos de las reglas de navegación y manejo de su embarcación hacer este crucero.

En este caso se recomienda quedarse en alguna marina todas las noches. Pero si el bolsillo no alcanza es muy fácil encontrar fondeaderos casi en todas partes a lo largo de la ICW. Mas aún: pueden acercarse a la marina para hacer combustible, reaprovisionarse, conversar con otras tripulaciones, pagar por el uso de lavarropas, duchas, toilettes para luego moverse a un fondeadero donde se pueden anclar para pasar la noche, normalmente no muy lejos de una marina. Esto lo que hacían algunas embarcaciones que iban en nuestra ruta.